250 años de Historia
I
La Construcción Naval antes de los Ingenieros
España, con 6.000 km de costa, ha sido desde sus inicios un país marítimo, cuyos primeros pobladores ya eran constructores y navegantes. Es cierto que la Ingeniería Naval y Oceánica solo tiene 250 años, pero la historia de la construcción naval española discurre en paralelo a la propia historia del país, si bien es verdad que la técnica y la metodología usada se basaba en la lógica empírica, ensayo-error, y no en la ingeniería, tal y como la conocemos hoy en día.
Fue gracias a la pericia y habilidad de los constructores y carpinteros de ribera que, a finales del siglo XV, España logró romper con todas las fronteras dibujadas en la época y llegar a un nuevo mundo, instaurando lo que será un lema que acompañará a nuestra historia naval hasta nuestros días: “Plus Ultra”, ir más allá de los límites.
Gracias al descubrimiento de América, España logró posicionarse como una potencia mundial que, lejos de acomodarse, vio la necesidad de mantener su hegemonía en Ultramar y tejer una vasta red de rutas comerciales. Esto fue posible gracias al arrojo y curiosidad de los marineros, llegando a ser los españoles, con Juan Sebastián Elcano, los primeros en completar la vuelta al mundo hace 500 años.
De hecho, podemos considerar el descubrimiento de América y el posterior trazado de nuevas rutas comerciales trasatlánticas como el inicio de la globalización, debido al intercambio cultural y el desarrollo económico y social que estos hechos supusieron para la población europea del siglo XVI en adelante, donde la construcción naval y el trasporte marítimo eran garantes de riqueza, estabilidad y seguridad.
Todo esto permitió a España ser durante cerca de 250 años la primera potencia naval del mundo.
Pero tras el convulso periodo de la primera mitad del Siglo XVIII era imperativo reconstruir la capacidad de la flota española, dejando patente la necesidad de una mejora en la técnica de la construcción naval. Esto hizo que en 1717 el Intendente General de Marina, José Patiño; ordenara la construcción del primer astillero moderno de España, el Real Arsenal de la Carraca, seguido en 1731 el de Cartagena y en 1750 el de Ferrol.
Fue a mediados del siglo XVIII cuando gracias al impulso del Marqués de la Ensenada, quien vio la oportunidad perfecta para rearmar la flota española, se contrataron artesanos y constructores ingleses, cosa que hizo que se cambiase el sistema de construcción tradicional por el sistema inglés, considerándose como la primera revolución en la Construcción Naval española.
El desarrollo del conocimiento científico como consecuencia de la Ilustración unido a las nuevas misiones de la flota española, que demandaban unas mayores dimensiones de la flota, volvió a dejar patente las carencias técnicas en materia de Construcción Naval.
En ese clima la política de alianzas de Estado acercó Francia a España, incrementándose la colaboración en política naval. Como consecuencia de la alianza, Francia cedió a uno de sus constructores, Francisco Gautier. Él fue el impulsor del sistema francés, o sistema Gautier, iniciándose la segunda revolución de la construcción naval española de buques de vela.
II
Creación del Cuerpo de Ingenieros de Marina
El mismo Gautier, habiendo colaborado en la creación del Cuerpo de Ingenieros Constructores en Francia, fue requerido para redactar las normas para la creación del Cuerpo de Ingenieros de Marina en España, entrando en vigor bajo el reinado de Carlos III con la Real Orden del 7 de octubre de 1770.
“ Por cuando conviniendo a mi Servicio crear un Cuerpo de Ingenieros de Marina, a cuyo cargo se construyan, carenen, recorran y cuiden de los bajeles de mi Armada, y practicar las demás operaciones correspondientes a este Cuerpo facultativo, y siendo también de mayor importancia se componga de sujetos hábiles e instruidos en la teoría y práctica de esta profesión: He resuelto su establecimiento y el de una Escuela de Cadetes de distinguido nacimiento… y quiero que uno y otro se gobiernen por esta ordenanza….”
“… a cuyo cargo se construyan, carenen, recorran, cuiden los bajeles, se fabriquen los edificios y practiquen las demás operaciones de este Cuerpo facultativo y militar, en mis Puertos, Arsenales, Montes, a bordo de mis Navíos y Escuadras de Guerra, a los que destinase en cualquiera de mis Dominios….., he resuelto su establecimiento de una Academia para la instrucción de los subalternos de dicho Cuerpo y su régimen, así militar, como facultativo y económico….”
Es con la creación del Cuerpo de Ingenieros de Marina que aparece por primera vez en España la figura de lo que en el futuro será conocido como Ingeniero Naval y Oceánico, solo que, pese a que las ordenanzas de 1772 contemplan la posibilidad de que estudien alumnos no militares, no se tiene constancia de que se que formase alguno hasta el siglo XX.
Por tanto, comienza un periodo de florecimiento para la construcción naval española en el que, bajo la dirección de los Secretarios de Estado de Marina Julián de Arriaga y Pedro González de Castejón, se finalizan las obras de construcción de los tres astilleros que se iniciaron bajo el gobierno de José Patiño y se lleva a cabo la construcción de un gran número de buques.
El auge del Cuerpo de Ingenieros de Marina y la construcción naval de la época se vieron cada vez más mermados por la inestabilidad política de finales del siglo XVII. Finalmente, en 1805 con la derrota de la Armada en la batalla de Trafalgar, España pierde definitivamente su papel como potencia naval, siendo incapaz de recuperar su flota y mantener la mayoría de las rutas de comercio con América.
III
La Figura del Ingeniero Naval Civil
En 1778, de forma paralela al desarrollo del Cuerpo de Ingenieros de Marina, Carlos III promulgó el Reglamento y Aranceles Reales para el Comercio Libre de España a Indias, documento por el que se liberalizó el comercio marítimo entre los puertos de la península y las colonias de ultramar. Esto supuso un crecimiento extraordinario de la actividad de los puertos y las importaciones, lo que aumentó enormemente la demanda de construcción naval para fines comerciales.
Esta gran demanda hizo que algunos Ingenieros de Marina decidiesen dejar la Armada y trabajar en astilleros privados, mucho menos preparados técnicamente que los arsenales de los que disponía la Armada y con unos procesos más rudimentarios.
Al igual que ocurrió con la construcción naval militar, la construcción civil se vio casi paralizada con el desastre de inicios del siglo XIX. A este hecho hay que sumarle la incapacidad de la industria española de la época para adaptarse al salto tecnológico que supusieron los buques de acero y vapor, de forma que para los armadores y navieras era más rentable importar buques fabricados fuera de la península.
La segunda mitad del siglo XIX vino marcada por una recuperación, al principio tímida, de la construcción naval como consecuencia de una serie de políticas de estado, cuyo objetivo era la reactivación del tejido industrial naval y el aumento de la flota. Dicha recuperación se vio completamente truncada en la construcción naval militar con la pérdida definitiva de las colonias a finales de siglo.
IV
Siglo XX
Con la llegada del S XX, tras el desastre del 98, comienza a darse una situación en la que no se construyen buques militares, no siendo igual en la construcción para fines comerciales que cada vez tiene una mayor demanda. Este hecho deja patente la necesidad de contar con una figura de carácter civil que pueda trabajar en los astilleros privados, ya que cada vez es más común ver a Ingenieros de la Armada trabajando en el sector civil. Debido a ello se producen dos intentos, uno por parte de la Liga Marítima Española en Cádiz y otro por parte de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, de implantar una especialidad en Ingeniería Naval con carácter civil, siendo ambos infructuosos.
No es hasta el año 1917 cuando aparece la primera promoción de la Academia de Ingenieros y Maquinistas de la Armada con un “alumno libre”, es decir, un civil sin derecho a ingresar en el Cuerpo.
Poco a poco se va invirtiendo la tendencia, habiendo cada vez mayor porcentaje de “alumnos libres” frente a marinos, culminando en 1927 cuando solo estudian civiles en la Academia de Ingenieros y Maquinistas de la Armada. Este hecho hace que en 1931 la Armada decida cerrar la escuela, dejando a 6 alumnos con sus estudios sin finalizar.
Es en ese convulso periodo cuando los casi 120 Ingenieros Navales que existían en España, siendo casi en su totalidad militares, deciden crear en 1930 la Asociación de Ingenieros Navales y usar este órgano para presionar al gobierno de la Segunda República, consiguiendo que la enseñanza de la Ingeniería Naval pase del Ministerio de Marina al de Instrucción Pública y Bellas Artes y creando en 1933 la Escuela Especial de Ingenieros Navales, de carácter exclusivamente civil.
Los primeros matriculados de esta Escuela, ubicada en diferentes sedes itinerantes en Madrid, fueron aquellos seis alumnos que vieron sus estudios paralizados, siendo cinco de ellos en 1940 la primera promoción bajo el título de Ingenieros Navales.
Fue en 1948 cuando finalmente se inauguró en la zona madrileña de Ciudad Universitaria el edificio que alberga, aún hoy, la Escuela Especial de Ingenieros Navales, que en 1955 pasó a llamarse Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales.
Con cada vez más promociones de Ingenieros Navales desempeñando su labor profesional en España y la creación del Cuerpo de Ingenieros Navales Civiles al Servicio del Estado en 1962, se hizo patente la necesidad de un órgano oficial encargado de la ordenación de la profesión regulada y de la defensa de los intereses del colectivo. Es por ello por lo que, pese a que la Asociación de Ingenieros Navales llevaba existiendo desde 1930, es en 1967 cuando se creó el Colegio Oficial de Ingenieros Navales.
Durante casi 50 años la única opción para estudiar Ingeniería Naval fue Madrid, hasta que en 1982 se inauguró el Centro de Enseñanza en Ferrol de Ingenieros Navales y Oceánicos, pasos que han seguido posteriormente otros Centros de Enseñanza en diferentes puntos de la geografía española: Cádiz, Cartagena, Barcelona, Santander y Palmas de Gran Canarias (estas dos últimas impartiendo exclusivamente estudios de grado sin máster).
Hoy en día, los Ingenieros Navales y Oceánicos han trascendido de la Construcción Naval y es también común su presencia en sectores clave para el desarrollo sostenible de nuestra sociedad, como pueden ser las Energías Renovables Marinas o la Acuicultura. Es por eso por lo que mediante la aplicación de los conocimientos técnicos propios de la profesión buscan ampliar el horizonte tecnológico con el objetivo de hacer frente a los principales retos que nuestra sociedad hace frente.